Narciso era un tipo interesante, no se le igualaba nadie, pero como el interesante era él, todos y todo se le hacían aburridos.
Un buen día, hastiado de tanta falta de originalidad, decidió mirar para sus adentros, por primera vez encontró algo digno de su atención, algo porqué vivir. Decidió quedarse ahí, para siempre en sus entrañas, nunca regresó, el mundo lo perdió. Fue una muerte a la menos uno, dijeron los matemáticos.
Lo curioso es que aún hoy, aunque ha pasado mucho tiempo, sigue siendo interesante, pues su muerte es un teorema topológico sin resolver.