En el poker del amor perrito mata princesa
Mi mujer es más bien fea, regordeta, chaparra y tiene unos bigotes como de bagre, pero eso no me importa, es más, así la escogí de puro adrede. Tenía la esperanza de que tuviera perrito; al menos esa era la creencia generalizada en el tiempo en que nos casamos, acerca de las bigotonas. Por poquito y me equivoco, pues en lugar de tener perrito, tiene perrita.
Las mujeres con perrito son muy escasas, hasta ahora nunca he oído de una con perrita. Casi me atrevería a decir de mi mujer y de su perrita, que son únicas.
Ellas dos están muy bien sincronizadas en eso del orgasmo. Cuando esto sucede, me engarruño y pego el oído fuertemente a su pecho. Para oír esos ladriditos de felicidad muy adentro de su ser.
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