La tortilla se cuece en un lapso muy pequeño de tiempo.
No obstante, durante él se lleva a cabo uno de los amores más ardientes de este mundo entre ella y el comal:
---Te amaré hasta que la muerte me devore ---le dice la tortilla inflándose de placer.
---Te amaré hasta que el destino me resquebraje ---le contesta él
Amor efímero, es cierto, pero la promesa es eterna.
Las tortillas son ciegas y aunque estén muchas arriba del comal, no se dan cuenta de las otras.
Ya una vez apiladas en el canasto, platican entre ellas con mucho entusiasmo, cada una a su manera, de su comal.
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